Es delgado, de tez morena clara, calculó que su edad estará en los cuarenta. Es callado, pero amable. Intuí que era electricista cuando lo veía regresar con su uniforme azul de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y porque en el portón de su casa tenía una calcomanía con la leyenda “Calderón entiende, la luz no se vende”.
Lo conocí poco después de que me vine a vivir a Santo Domingo, Coyoacán. Creo que la primera vez que hable con él fue cuando organizó una kermese en solidaridad con la población indígena de San Juan Copala, Oaxaca. Ese día me acerque a firmar en una mesa, una carta exigiendo el alto a los ataques contra esta población indígena. Le pregunté si tenía más información sobre el caso. Muy amable me dijo que sí, que lo esperara y cuando regresó, traía un paquete de revistas y periódicos del caso, que me prestó. A partir de ese día, ya no lo veía como a un vecino más, sino como alguien que estaba comprometido con “la banda” como él le dice a los obreros, a los campesinos, a los estudiantes, etc.
No puedo decir que mantengo una amistad con él, sólo hemos hablado un par de veces y la mayoría de estas sólo es un saludo. Pero lo que recuerdo de la primera plática, fue que nació en esta colonia, cuando sus papás vinieron de Iguala, Guerrero, pues supieron que ocurriría una invasión en unas tierras al sur de la Ciudad de México. Cuenta que su papá y su mamá se quedaban en las noches, con una escopeta, vigilando junto con otros invasores que no llegaran los policías a desalojarlos. Tal vez heredó ese férreo carácter de lucha y de perseverancia por parte de sus padres.
Su hijo se llama Ernesto Fidel, sobra decir que es debido a su admiración por la Revolución Cubana. Ernesto Fidel estudia en la Preparatoria 6, y en algunas ocasiones que platique con él me di cuenta que sigue los pasos de su papá, ya que fundó un colectivo estudiantil desde que entró
a la prepa. Su esposa, María es secretaria en un despacho contable. No sé mucho de ella, pero imagino que apoya a Mario, ya que la he visto junto con él, pegando volantes informativos en la colonia sobre diferentes cuestiones sociales.
Creo que su vida cambió a partir del decreto de expropiación de Luz y Fuerza del Centro. Si antes del decreto, sus convicciones políticas eran muy fuertes, con esto, se reafirmaban. Desde ese día no ha dejado de usar su vestimenta de trabajador de Luz y Fuerza; en ocasiones, lo he visto usando playeras con la leyenda “SMEjor morir de pie, que vivir de rodillas. ¡Viva el SME!
La fachada de su casa es grande y blanca, siempre trataba de mantenerla limpia; si algún grafitero ponía su “firma” en las noches, al otro día él la volvía a pintar.
Pero ahora su barda impecable desapareció, en su lugar se lee con letras rojinegras:
“¡ABAJO EL DECRETAZO!” ¡FELIPE CALDERÓN DEVUÉLVEME MI TRABAJO!
Hace un mes que me cambie de departamento, así que ya no lo he visto. Me imagino que seguirá firme con sus convicciones, luchando por que el gobierno le regrese su fuente de trabajo, con su esposa e hijo solidarios. Este trabajo ha hecho que lo recuerde y que piense en saber que ha sido de él. Tal vez la próxima semana lo haga, pues esta semana estaré muy ocupado con trabajos de la escuela.
P. V y C. B.
(Publicado en Con-Ciencia Estudiantil, Feb. 2011)
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